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  • info070223
EL RUISEÑOR Y LA ROSA

Este poema de Oscar Wilde habla de amor, desamor, dolor y sacrificio. ¿Los protagonistas? Un ruiseñor, una rosa roja y un estudiante enamorado.

Un estudiante enamorado de la idea del amor, pensando que con una Rosa Roja conseguiría la felicidad eterna, una rosa roja que no existía sería la solución en la consecución de su gran amor. Echado a la pena logra la atención de un ruiseñor, un ruiseñor que el desdeña porque en su egoísta pensamiento lo ve como un ser superficial siendo este solo el reflejo de si mismo.


Un ruiseñor, piadoso, enternecido por la idea del amor decide sacrificar su vida para imprimir el rojo de su sangre en una rosa y que así el “desdichado estudiante” pudiera vivir su tan anhelado amor.




Porque ¿No es el amor el sentimiento más grande y valioso? Reflexiona el ruiseñor, sin darse cuenta de que él mismo es el Amor, porque cuando en verdad se ama con el corazón no se piensa en el dolor, solo se siente y se demuestra.


Una Rosa Roja, nacida del amor de un ser pequeñito de gran corazón. Esta rosa nace de un sentimiento real, sus pétalos rojos como el rubí simbolizan el sacrificio, el tiempo, el dolor y la esperanza. Finalmente muere, porque no fue valorada, porque era solo objeto de la búsqueda de una satisfacción mundana, de un espejismo.

Me gusta pensar que al final de este poema, esa rosa y ese ruiseñor se encuentran más allá de la vida uniéndose de nuevo en uno solo, como el sentimiento que se forjo mientras el corazón del ruiseñor se imprimía en la Rosa. Ese sentimiento llamado AMOR.


Algunas partes del poema original, que personalmente me llegan al alma, y me hacen pensar la importancia de diferenciar el verdadero amor de el espejismo del amor.


Fragmentos del poema “el ruiseñor y la rosa” de Oscar Wilde


Cantarás para mí, con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para mí durante toda la noche y las espinas te atravesarán el corazón: la sangre de tu vida correrá por mis venas y se convertirá en sangre mía.

-La muerte es un buen precio por una rosa roja -replicó el ruiseñor- y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el bosque verdeante y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de perlas. Dulce es el olor de los nobles espinos. Dulces son las campanillas que se esconden en el valle y los brezos que cubren la colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un hombre?

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La rosa roja le oyó; tembló toda ella de arrobamiento y abrió sus pétalos al aire frío de la mañana. El eco le condujo hacia su caverna purpúrea de las colinas, despertando de sus sueños a los rebaños dormidos.

El canto flotó entre los cañaverales del río, que llevaron su mensaje al mar.

-Mira, mira -gritó el rosal-, ya está terminada la rosa.

Pero el ruiseñor no respondió: yacía muerto sobre las altas hierbas, con el corazón traspasado de espinas.

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-El ruiseñor -se decía el joven paseándose por la alameda-, el ruiseñor posee una belleza innegable, ¿pero siente? Me temo que no. Después de todo, es como muchos artistas, todo estilo sin nada de sinceridad. No se sacrifica por los demás. No piensa más que en la música y en el arte; como todo el mundo sabe, es egoísta. Ciertamente, no puede negarse que su voz tiene notas muy bellas. ¡Qué lástima que todo eso no tenga sentido alguno, que no persiga ningún fin práctico!


Pueden pasar rosas de todos los colores por nuestra vida, y muchos pajaritos cantores también, los que nos enseñan y nos muestran caminos.

Pero solo Una Rosa Roja y un Ruiseñor van a pasar por ella y la dejaran marcada para siempre.


Martha Mercedes Gómez.

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